Leo y Catalina han estado juntos un poco más de un año. Tienen gran atracción el uno por el otro. Ambos están sinceramente comprometidos a la meditación, a trabajar en ellos mismos y a disfrutar el nutrir la intimidad física. Sin embargo pelean continuamente y sus pleitos son tan intensos que caen en la violencia verbal. Ambos se sienten impotentes, enojados, llenos de odio y quieren terminar la relación. Este tipo de oscilación del amor al odio es extremo en su caso, pero definitivamente no es raro en muchas de las relaciones.
Es importante explorar cómo y porqué podemos cambiar de forma tan dramática de sentir amor y atracción por nuestra pareja a estar cerrados, dolidos, enojados, resignados e inclusive con ganas de lastimar al otro. A esto se le llama: Escisión.
Cuando entramos más profundo en una relación amorosa o incluso en una amistad, estamos destinados a ser detonados. Somos detonados cuando no nos sentimos amados o respetados, o cuando una necesidad importante no está siendo cubierta y de manera consciente (o inconsciente) creemos firmemente que ella debería ser cubierta.
Esto puede suceder cuando experimentamos el sentirnos ignorados, no apreciados o rechazados. Puede pasar cuando no recibimos el afecto, cuidado o sexo que nos gustaría recibir. Puede suceder cuando la otra persona se comporta de tal manera que nos sentimos dolidos, faltados al respeto o invadidos. Es entonces cuando nuestras viejas heridas son detonadas y activadas. Y de pronto cambiamos de percibir a la otra persona como un amigo seguro y amoroso, a vivirlo como una amenaza. Cuando vemos y sentimos a una parte de la personalidad del otro que nos detona a sentirnos rechazados, abusados o no a salvo, entonces es muy fácil olvidarnos de que algún día amamos a esta persona.
También es muy fácil convencernos de que lo que estamos viendo y sintiendo de nuestra pareja o de nuestro amigo en ese momento, es todo lo que hay de él o ella. Nos podemos sentir abrumados con nuestros sentimientos de dolor e inseguridad y reaccionar cerrándonos. Y lo más seguro es que queramos tomar represalias, alejarnos o bien terminar con la relación.
Este tipo de cambio emocional tan extremo tiene sus raíces en la infancia. La mayoría, si no es que todos, experimentamos que a veces nuestros padres o quienes cuidaban de nosotros eran amorosos y nos apoyaban, pero en otras ocasiones tal vez estuvieran enojados, fueran críticos y nos rechazaran o inclusive fueran abusivos. Como niños, no podemos comprender que nuestros padres fueran ambos: amorosos y no afectuosos. Miramos las cosas en blanco o negro.
Ahora ya de adultos, cuando somos tomados por nuestro ser herido, hacemos lo mismo. El problema está en que con frecuencia, no nos damos cuenta de que éste fenómeno es un aspecto esencial de toda relación. Podemos tener la fantasía de que siempre vamos a experimentar a la otra persona bajo una luz positiva, o tener la creencia de que si esto no sucede, quiere decir que escogimos a la persona equivocada. De lo que tal vez no nos demos cuenta es que la experiencia negativa con la otra persona es predecible que suceda con cualquier persona con la que tengamos cercanía. Y que tampoco nos demos cuenta de que esa es una oportunidad para crecer muy importante.
Por varias razones.
Vamos a regresar con Leo y Catalina. Cuando les preguntamos porqué pelean, ambos nos responden que es por la forma en que el otro se comporta. Leo dice que cuando Catalina está celosa se convierte en una “perra loca”, que lo ataca, le grita, lo acusa de ser infiel y no lo deja solo. Además con frecuencia ella presume que es mucho más “evolucionada” y consciente que él y que ha hecho más trabajo emocional interno. Desde su punto de vista, Catalina afirma que cuando Leo no obtiene la atención o aprobación que quiere, entonces se vuelve agresivo y verbalmente abusivo.
¿Cual es una manera sana para trabajar con este fenómeno de Escisión?
He aquí unos pasos que pueden ayudar:
- Date cuenta de que esto va a suceder y de que es una parte de nuestro ser herido quien fantasea que la otra persona va a ser y a comportarse de cierta manera. Y que cuando las cosas son diferentes, se siente decepcionado y dolido.
- En consciencia date cuenta cuando cambiaste de una imagen positiva a una imagen negativa de la otra persona.
- Identifica lo que ahora crees acerca de él o ella.
- Nota qué herida ha sido detonada: abandono, vergüenza, desconfianza o miedo.
- Mira si puedes rastrear esta experiencia a épocas más tempranas, especialmente a la infancia.
- Cuando te sientas así acerca de la otra persona, observa si puedes recordar otros momentos donde te sentías diferente con respecto a él o ella y si logras hacerlo, ¿cómo es que te sentías diferente? ¿Puedes sostener ambas experiencias de la otra persona en tu corazón?
- Observa y nota cómo te comportas cuando caes en esta proyección negativa y ¿cual sería una manera para volverte más amoroso y efectivo?
Hemos apoyado a Leo a mirar de qué maneras puede estar provocando a Catalina a sentirse celosa y a volverse más sensible a sus miedos, sin perder el derecho a relacionarse con otras personas en una amistad. También le hemos ayudado a comprender que cuando ella dice más “avanzada” que él, esto provoca su herida de vergüenza, herida con la que Leo tiene que entrar en contacto y sentir más. También lo invitamos a compartir como es detonada su vergüenza cuando ella hace comentarios como ese. Ayudamos a Catalina a reconocer que su respuesta ante la sospecha de infidelidad, la hace atacarlo y deja a Leo sintiendo que necesita defenderse. En esos momentos en vez de hacer esto, más bien puede aprender a estar con sus miedos, sabiendo que su herida de abandono ha sido detonada y que puede compartirle esto a Leo de una manera vulnerable. También puede aprender a no hacer comentarios acerca de estar más avanzada que él y más bien, solo sentir el impulso de decirlo e ir más profundo a sentir qué fue lo que la provoco, si tal vez fue algo de vergüenza o miedo o incluso abandono.
Cuando conectamos con los sentimientos que están debajo de las reacciones, nos acercamos más tanto a nosotros mismos como al amor. Algo comienza a relajarse dentro y entonces es más fácil volver a ver a la otra persona de la manera en que es.
A veces nos perdemos y nos anclamos en la experiencia negativa de la otra persona, en parte porque esto es lo que conocemos de nuestro pasado y porque esperamos que tarde o temprano esto es lo que vamos a obtener. Lo que va a suceder si nos acercamos a alguien, esta profundamente grabado y arraigado en nuestras creencias y sentimientos.
De cierta forma, es seguro mantenerse con la creencia de que el otro esta mal y de que no es seguro abrirse. De esta manera no tenemos que mirar más profundo a nuestro miedo a la intimidad y nos podemos quedar ocupados con el drama.
Cuando nos damos cuenta de nuestra escisión, podemos anticipar que, al abrirnos más profundo a la otra persona, ésta va a suceder. Y es entonces en esos momentos donde somos detonados, donde hay que comenzar a cuestionar nuestras creencias, en vez de perdernos en nuestras emociones y luego justificar nuestras reacciones.
El fenómeno de escisión es una experiencia universal en las relaciones íntimas. Siempre habrá momentos en toda relación significativa, donde veremos y sentiremos a la otra persona de una forma negativa. Entonces perdemos perspectiva y la tendencia automática es la de culpar. Esta es la vieja manera. La nueva manera, la forma más consciente es ver que es un espejo de nuestra propia historia, un espejo del cual podemos aprender para luego descubrir formas mas efectivas y amorosas para lidiar con ello.
Desde ese lugar de madurez, podemos comenzar a mirar al otro y a nosotros mismos, de la forma en que somos. No en blanco y negro, sino con varios tonos y matices.