Yo Krish, hace años tuve un muy querido maestro de meditación. Asistí a varios de sus retiros de 10 días de Vipassana. Nos volvimos amigos y fuimos muy cercanos por muchos años, pero después perdimos el contacto.
Hace dos años me sorprendió recibir una llamada de él. Quería platicar conmigo acerca de las dificultades que tenía en su vida amorosa. Hablamos un rato y le sugerí que iniciara con terapia regular.
Sentí que sus problemas de relación indicaban que necesitaba explorar más profundamente sus heridas de infancia, ya que estas estaban afectando su habilidad para estar con una mujer.
Debido a su práctica tan extensa en meditación, era impresionantemente capaz de mirar su mundo interior, aunque carecía de la habilidad para darle sentido a lo que estaba sintiendo y a cómo estaba reaccionando en su relación. Tenía poca comprensión acerca de su yo herido y la manera en que estaba influyendo en su vida amorosa.
Necesitaba hacer mucho más que sólo su práctica de meditación para poder aprender esto.
De acuerdo a nuestra experiencia, para poder aprender a observar y comprender la complejidad de nuestro ser emocional, cuando se trata de relacionarse, el solo practicar la meditación de manera regular es irremediablemente insuficiente.
De hecho, las enseñanzas espirituales de Buda o cualquier otra enseñanza religiosa pueden fácilmente convertirse en represoras tanto de las emociones como de los sentimientos.
Incluso pueden apoyarnos a etiquetar algunas emociones como “negativas”, a confundir la disociación y el shock o conmoción con una calma meditativa, a esforzarse a ser positivo y juzgar el dolor y miedo, o bien a cultivar el desapego, lo cual puede causar que nos desconectemos aún más de nuestros cuerpos emocionales.
Para ser capaces de explorar el espectro completo de nuestro mundo interno, necesitamos aprender a reconocer y descifrar nuestro ser emocional.
Esto quiere decir que necesitamos aprender acerca de nuestra vergüenza, miedo y shock y de cómo todos nuestros sentimientos, emociones, sensaciones corporales, acciones e incluso pensamientos son ventanas muy valiosas hacia nuestra experiencia interna, misma que sucede momento a momento.
Es de gran ayuda comprender que estas experiencias internas son afectadas de manera profunda por nuestro condicionamiento, influencias y traumas que hemos tenido a lo largo de nuestras vidas.
Estas experiencias tempranas han dejado huellas profundas en nuestro yo emocional.
Es importante comprender porqué repetimos patrones negativos en nuestras relaciones, saboteamos nuestra creatividad, tenemos comportamientos adictivos; comprender qué es lo que sucede cuando nos abrimos profundamente a alguien, o porqué reaccionamos de manera tan automática cuando nos detonan ciertos eventos en la vida.
Nuestro mundo interior es una mezcla compleja de sensaciones, sentimientos, impulsos y compulsiones.
Es de ayuda el aprender a reconocer todos ellos y a conectar con la experiencia interna de ese sentimiento.
Ayuda el comprender porqué pensamos, sentimos y actuamos en la forma que lo hacemos.
El solo observarlo no es suficiente.
Necesitamos saber qué es lo que estamos observando.
A esto le llamamos “Consciencia emocional”.
Andrea es una mujer de 35 años que ha estado casada con Oscar por cinco años. Sin embargo, el último año, Oscar comenzó a tener un amorío. Durante un grupo, ella nos compartió que Oscar es su hombre y que no quiere dejarlo. Sin embargo, está atormentada porque se siente cerrada y no le puede abrir su corazón.
“Estoy meditando constantemente en cómo abrir mi corazón, pero no me está funcionando.”
Le pedimos a Oscar explicarnos cómo era para él. Nos comentó que para él era un momento de expansión increíble, que desde niño había estado profundamente reprimido en su sexualidad y que ahora estaba descubriendo su vitalidad y el sentirse lleno de vida; y que no tenía ningún interés en terminar su amorío.
(En nuestro trabajo, no tenemos reglas acerca de lo que es correcto o incorrecto, especialmente en términos de tener amoríos. Tomamos cada situación de manera individual y la evaluamos en base al crecimiento de cada persona. Nos topamos con esta situación con mucha frecuencia y aunque enseñamos que la exclusividad sexual es necesaria para una intimidad profunda, en ciertas relaciones puede ser que algunas de las personas no estén listas para esto.)
Le explicamos a Andrea que desde nuestra experiencia, nunca habíamos visto a nadie que se pudiera mantener abierto dada la situación. Su herida de abandono había sido detonada, lo cual había hecho aflorar no solo el dolor de lo que estaba sucediendo con Oscar sino también el dolor enterrado de su infancia.
“Te encuentras entre dos opciones, las cuales parecen ser imposibles. Una es dejarlo y la otra es aceptar la situación tal y como es y continuar abierta a él. Lo único que puedes hacer es sentir tu dolor. Muy probablemente vas a necesitar la ayuda de un terapeuta que comprenda la herida de abandono y que te pueda apoyar a atravesar este momento tan difícil.”
Andrea necesitaba una mayor comprensión acerca de su herida de abandono y también más herramientas para cómo sentir y estar con su dolor.
Como no quería perder a Oscar, de manera natural trató de mantener su corazón abierto, pero al hacerlo, dejó de ser sensible a su propio estado emocional.
Necesitaba comprensión y compasión por ella misma de que su corazón estaba cerrado debido al dolor. Su dolor venía de la herida de abandono con raíces en su infancia. Estaba intentando comprender a Oscar demasiado rápido, antes de haberse hecho cargo de si misma y de sentir su propio dolor.
Atestiguar nuestro ser emocional significa saber que es lo que observamos. Enseñamos cuatro aspectos de ser conscientes de nuestros estados emocionales:
1. El primero es desarrollar ciertos conocimientos acerca de las emociones, de manera que podamos identificar nuestros sentimientos, leer las sensaciones de nuestro cuerpo, observar como cada una se muestra a si misma en el cuerpo. Igualmente importante es aprender a distinguir entre los distintos matices de cada sentimiento.
2. El segundo aspecto de la meditación emocional incluye el observar cualquier juicio que podamos tener acerca de nuestros sentimientos.
3. La tercer parte de este proceso es aprender a distinguir entre estar abierto o cerrado, entre estar en protección o vulnerabilidad, entre tener un corazón abierto o uno cerrado.
4. Y probablemente la mayor comprensión o entendimiento que viene con aprender a tomar consciencia de nuestras emociones, es el reconocer y comprender acerca de nuestras heridas de la infancia y la influencia continua que tienen en como nos sentimos, pensamos y nos comportamos el día de hoy.
Para una discusión más profunda acerca de este tema, los referimos al libro The Learning Love Handbook, Vol. 3 del cual esto es un extracto.
Una nota más ligera:
Un hombre había tenido problemas de espalda. Decidió consultar a un cirujano ortopedista muy famoso y caro. El doctor le dijo que se fuera a casa y se colocara compresas calientes en la espalda por una semana y regresara si eso no le funcionaba. Lo intentó sin resultado alguno.
Cuando la señora de la limpieza llegó a trabajar, le preguntó qué estaba haciendo para su espalda adolorida. El le comentó acerca de la sugerencia del doctor de las compresas calientes y le dijo que no le estaba sirviendo. La mujer le comentó que un antiguo remedio que había aprendido de su abuela era usar compresas frías.
El hombre lo intentó y le funcionó de maravilla. Cuando regreso la siguiente semana con el cirujano caro, el doctor le pregunto como le estaba yendo.
“Su sugerencia de compresas calientes no me hizo nada, pero la señora de la limpieza me dijo que su sabia abuela sugería compresas frías y me funcionó de maravilla.”
“¡Qué curioso!” dijo el médico, “la abuela de mi empelada de limpieza siempre dice que hay que usar compresas frías.”